¿Quién les iba a decir a los miles de sufridos conductores asiduos a la carretera de la Costa que iban a reclamar a gritos que vuelvan los conos del doble carril? Y no es que, tras cinco años, les hayan cogido cariño.
Es que ayer el remedio -o en este caso el intento de poner remedio- resultó bastante peor que la enfermedad.
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